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Temor Fundando en Eloxochitlán

  • Foto del escritor: Observatorio Memoria y Libertad
    Observatorio Memoria y Libertad
  • hace 2 días
  • 7 Min. de lectura

El trece de mayo, la comunidad mazateca de Eloxochitlán de Flores Magón, levantó una Alerta Urgente ante el recrudecimiento del hostigamiento y persecución judicial de sus integrantes la cual se ha extendido ya por más de una década.

 

En particular, la Segunda Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Oaxaca, decidió liberar nuevas órdenes de aprehensión contra 56 personas defensoras comunitarias.

Esto ha dado pie a un creciente clima de hostigamiento en la comunidad.

 

Durante las últimas dos semanas, la comunidad ha denunciado a través de comunicados, cartas a distintas autoridades locales y federales, así como a través de una conferencia de prensa frente al Juzgado Mixto de Huautla; la incursión de policía estatal, Guardia Nacional, y vehículos sospechosos sin placas, en los distintos barrios de la comunidad.

 

La comunidad teme que, una vez más, algún/a integrante sea detenido/a o que los hogares sean cateados.



 

Los temores de la de comunidad no son infundados; a lo largo de una década, las mujeres, hombres, personas mayores, adolescentes, niños y niñas, han vivido y atestiguado la detención arbitraria de personas de la comunidad dentro y fuera de Eloxochitlán, cateos en hogares por elementos policiales y una constante vigilancia tanto por elementos del estado como por personas vestidas de civil.

 

Nuestra investigación titulada Tortura: herramienta para castigar la organización comunitaria en Eloxochitlán, Oaxaca publicada en 2024, documentó los efectos de la criminalización sistemática en Eloxochitlán, identificando que las personas viven con miedo y reportan secuelas físicas y emocionales como consecuencia de prolongación del acoso judicial en su contra.

 

Nuestra investigación concluye que, mientras el proceso penal siga siendo alargado y obstaculizado por autoridades judiciales de Oaxaca, las personas en Eloxochitlán seguirán siendo vulnerables a detenciones arbitrarias y a actos de tortura.

 

Terror fundado: antecedentes de cateos en Eloxochitlán

 

Adelina Herrera Soriano tiene cuarenta años, es madre de siete hijos e hijas, y por ocho años tuvo que enfrentan el encarcelamiento injusto de su esposo, Omar Hugo Morales.

 

Omar fue uno de los siete hombres de la comunidad de Eloxochitlán, que fueron detenidos bajo engaños el 14 de diciembre del 2014, en ese momento Omar era policía comunitario, y acudió con una comitiva al Ministerio Publico de Huautla.

 

“Yo estaba atendiendo a los bebés, porque pues mis niños estaban chiquitos, el más bebé de seis meses, uno de dos años, otro de tres años y así. Él era un policía comunitario, estaba en la presidencia haciendo su trabajo.
Como a las seis de la tarde, pues igual nos enteramos de que ya no estaba en el centro, que se habían ido a Huautla, eso es lo que me comentaron. Pensamos que nada más iban a ir a Huautla y más tarde regresarían. Ya después nos dijeron que iban para Oaxaca a dar su informe.”


 Omar no regresó esa misma noche fue privado de su libertad que se extendió por ocho largos años. Adelina tuvo que cuidar y criar a sus hijos casi en soledad, teniendo que buscar formas para sostenerlos económicamente, y luchar por la libertad de su esposo. Por casi tres años a partir de la detención de Omar, Adelina no pudo visitarlo debido a la corta edad de sus hijos.

 

Con el paso del tiempo, Adelina pudo visitar a Omar y ser más activa en jornadas de lucha por su libertad, sin embargo, sus hijos casi no tuvieron contacto con su padre. El viaje al penal en donde Omar fue privado de su libertad es largo, costoso y cansado para niños y niñas. El hijo más pequeño de Omar prácticamente no ha conocido a su padre.

 

“Cuando detienen a Omar, tenía creo que treinta y dos años, yo no salía, pasaron unos tres años, porque yo no me daba el valor de dejar solitos a mis niños. Cuando ya mi bebé empezó a caminar fue cuando yo lo dejaba con una de las hijas más grandes y yo pues ya me iba a visitarlo.
Ocho años fue lo que estuvo, los niños casi no lo visitaron, no fue fácil, lo intentamos, pero por cositas no los dejaban pasar. Entonces ellos se estresaron, se aburrieron, llegó el momento de que ellos dijeron, mejor ya no pasamos.”

 

Gracias a la lucha de mujeres de su comunidad, Omar ganó su libertad el 20 de diciembre del 2022, saliendo en libertad por la puerta principal del penal con boleta en mano.

 

Adelina y la familia de Omar sintieron que pronto, todo cambiaría, que el regreso de Omar sería el fin de una larga pesadilla. Sin embargo, a los pocos días, el Gobierno de Oaxaca emitió un comunicado en donde se mencionaba que Omar se había fugado de la cárcel y que era prófugo de la justicia.

 

El terror regresó a Eloxochitlán, Omar tuvo que escapar al no confiar en el sistema de justicia de Oaxaca que le mantuvo ocho años en prisión sin sentencia y sin poder comprobar su participación en algún delito.

 

Un sistema de justicia dentro del cual la protección de la justicia federal que ganó cuatro veces contra el auto de formal prisión quedó en entredicho, cuatro amparos ganados pero pisoteados por la fórmula de la corrupción de un juzgado local. Inaudito.

“A los cinco- ocho días después de que salen (Omar e Isaías) publican que había sido un fugitivo de la cárcel de Tanivet. Pero nosotros decimos, ¿cómo? No sucedió eso porque él traía una boleta de libertad en la mano. Osea, hay muchas evidencias, ¿no? Tanto en cámaras, tanto en los mismos policías que le hicieron firmar a que él pudiera salir.



 Su libertad firmada por autoridades del mismo penal, es otra prueba irrefutable de cómo las autoridades involucradas, ni siquiera conocen a profundidad el mismo.

 

El proceso judicial de Eloxochitlán es una maraña jurídica plagada de revocaciones (sin fundamento) de las sentencias absolutorias, nuevas detenciones por delitos cuya falsedad se ha comprobado una y otra vez, y decisiones como la más reciente de revivir órdenes de aprehensión en contra de 56 personas de la comunidad por acusaciones del año 2014, donde los delitos se encuentran prescritos, según la ley de Oaxaca y amparos federales que también la comunidad ya ganó más de cinco veces.

 

A los pocos días de que el Gobierno de Oaxaca emitiera la alerta de Omar Hugo identificándolo como prófugo de la justicia, un operativo de más de 20 personas irrumpieron en la pequeña casa de Adelina, amenazándola a ella y a sus hijos e hijas con armas largas y con la amenaza de detener “al más grande”.

 

Adelina denuncia que el operativo jamás mostró una orden de cateo, y que, además de las amenazas y actos de violencia, los elementos destruyeron partencias y robaron dinero que Adelina tenía guardado.

 

“Para el nueve de enero del 2023, llegaron policías a catear mi casa. Llegaron más de quince personas, donde había unos cuatro o seis encapuchados, y otros, este, que venían, son ministeriales que tenían armas largas, de diferentes tipos de armas. Venían a detener a mi esposo, pues, sin que estuviera aquí, pero él no estaba aquí con nosotros. Estábamos solo los niños, yo estaba preparando los taquitos para mis niños, porque justamente ese día nueve de enero iniciaron las clases.
“Qué pasa? ¿A qué vienen esa gente? Yo todavía les digo, pues, enséñeme si traen una orden de cateo. Jamás me mostraron ningún documento. Y pues se me empezaron a amenazar y decir: si no enseñas a tu marido pues te vas tú detenida o nos llevamos al joven más grande que tengas 
Yo le digo, no, ¿cómo es posible eso? Si nosotros no sabemos ustedes, a qué vienen. Ya pasaron unos veinte minutos yo le digo, retírense, porque yo voy a cerrar mi casita, voy a dejar a mis niños a la escuela. No, dice, aquí vamos a permanecer todo el día hasta que lo encontremos.  Pues quédense, les digo, si quieren, pues yo me voy a cerrar mi casita. Se fueron entonces al no encontrar nada.”



El asedio y hostigamiento se prolongó por tres días, coches particulares subían cerca del hogar de Omar Hugo, y por las noches se escuchaba que había personas recorriendo las veredas que rodean su casa.

 
“Por la tarde, como siete de la noche, andaban personas a la orilla de mi casa. Escuchamos carros que subían, entonces había vecinos que dicen: No, pues es que vienen otra vez esos carros.”

 

En 2025, Adelina sigue sintiendo miedo de que la situación se repita en cualquier momento, las lágrimas vienen a sus ojos al momento de relatar el cansancio, dolor y enojo que siente. A las autoridades, les exige, que, de una vez por todas, terminen el acoso judicial y la fabricación de delitos y que Omar Hugo pueda regresar a casa.

 

“Yo como madre de siete hijos, le digo a las autoridades que nosotros ya ganamos jurídicamente. ¡Ya ganamos la batalla jurídicamente! Lo que queremos es que todo el gobierno me escuche, que hagan ese trabajo que a ellos les corresponde hacerlo y pues queremos ya la libertar a todos nuestros compañeros perseguidos.”

 

La exigencia de Adelina, es la misma que la del resto de los familiares de los perseguidos y desplazados. Que el acoso judicial y la criminalización cese de una vez por todas.

 

La exigencia de Adelina, y de todas las mujeres y hombres de la comunidad, se basa en el temor fundado de que el Gobierno pueda revivir un estado de sitio como el vivido en 2014, donde más se trescientos elementos policiales invadieron la comunidad, de acuerdo con un infome oficial que obra en uno de los expedientes penales; el temor fundado se basa también en la experiencia que vivieron en el año 2021, donde les fue negada toda libertad, yendo el poder judicial local y federal en sentido contrario a las sentencias de libertad que ya habían establecido precedente.



 

Es evidente que la violencia contra la comunidad viene del Estado en favor de sus propios intereses económicos y políticos. Lo que sucede en Eloxochitlán, no es un conflicto comunitario, como lo han intentado describir las autoridades de Oaxaca; es violencia de Estado, es un acto de tortura continua, prolongada que busca desplazar lentamente a las personas de su territorio y deshacer todo intento de organización comunitaria.

 

Eloxochitlán tiene derecho de vivir en paz, de sembrar, de celebrar sus fiestas y transitar libremente en su territorio. Los hijos e hijas de los perseguidos/as, tienen derecho a conocer a sus padres, de reconstruir el tejido social que el Estado rompió hace 15 años, de vivir sin miedo de ser una nueva generación criminalizada y violentada por el Gobierno Mexicano.

 

Omar, Adelina, sus hijas e hijos, y toda la comunidad, son víctimas directas de la violencia estructural, de la violencia sistemática. #YaBasta



ABSOLUCIÓN TOTAL PARA ELOXOCHITLÁN






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