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Foto del escritorObservatorio Memoria y Libertad

Benjamín Barajas, director de CCH, se niega a dialogar con estudiantes

El martes 21 de mayo del 2024, estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Naucalpan (CCH-N) junto con estudiantes de diversos planteles del CCH y de la UNAM, realizaron una marcha para denunciar el ataque porril del 8 de mayo que resulto en la muerte de un estudiante de la FES Acatlán, así como en múltiples estudiantes heridos.


Al grito de, “Fuera Porros de la UNAM, Lomelí para empezar”, y portando pancartas con frases como “La UNAM te cobra con tu vida”, “Fuera Keshava y los porros” “Oscar no murió, la UNAM lo mató”; el contingente de estudiantes marchó del Parque de la Bombilla sobre la avenida Insurgentes Sur, hasta llegar a la Dirección General de CCH, ubicada dentro de Ciudad Universitaria.


Desde el 8 de mayo, la comunidad estudiantil de Naucalpan ha denunciado a través de diversos comunicados y pliegos petitorios, que las autoridades del CCH han ocultado información sobre el número total de estudiantes heridos, así como la falta de acompañamiento a las familias y al alumnado en general.


Estas denuncias han sido dirigidas tanto a la dirección del plantel de Naucalpan como a la Dirección General del CCH.


Los ataques perpetrados por grupos porriles en la UNAM y en otras universidades y preparatorias del país no es nueva.


De acuerdo con la investigación de Imanol Ordorika titulada “Violencia y “porrismo” en la educación superior en México”, los grupos porriles existen desde los años 50 y 60; fueron actores clave en los actos de represión en contra del movimiento estudiantil durante el verano del 1968 que culminó con la masacre de Tlatelolco.


Estos grupos, que se ha demostrado son financiados por partidos políticos, autoridades de gobierno, y autoridades universitarias, han continuado violentando a estudiantes y grupos de organización dentro de los espacios estudiantiles a través de los años 80s, durante el periodo de la huelga de la UNAM en el 2000, y hasta la actualidad.


La muerte del estudiante de la FES Acatlán, se suma a una larga lista de estudiantes víctimas de estos ataques.


Sin embargo, poco han hecho las autoridades universitarias y de gobierno para erradicar la existencia de los grupos porriles que atacan en particular a grupos de organización estudiantil en diversos planteles.


Hasta este momento, no existe plan alguno por parte de las autoridades de la UNAM para atender esta grave problemática la cual, es necesario enfatizar, pone en riesgo el derecho a la educación, así como otros derechos humanos como la integridad física y psicológica de los estudiantes.



El menosprecio de la UNAM en contra de sus estudiantes


Han pasado ya 3 semanas desde el ataque porril del 8 de mayo. Hasta el momento, la Dirección General del CCH se ha negado a reunirse con representantes estudiantiles tanto de Naucalpan como de otros planteles y facultades.


El día de la marcha del 21 de mayo, el Director General del CCH, Benjamín Barajas Sánchez, se ausentó de las oficinas de la Dirección General pese a que la marcha fue anunciada con varios días de anticipación y una de las demandas puntuales de la comunidad estudiantil era reunirse con él.


El pliego petitorio también exige que se termine con la existencia de los grupos porriles en los diversos planteles y atender otras demandas como la falta de servicios de salud dentro de los planteles, terminar con el acoso que los grupos estudiantiles sufren por parte de las autoridades de los planteles, y transparencia sobre el presupuesto.


Al llegar a la Dirección General de CCH, los estudiantes se sorprendieron al ser recibidos con la reja cerrada, un acto que causó enojo en todos los presentes. Los alumnos procedieron a abrir la reja por la fuerza, de inmediato, el personal administrativo calificó la acción como “violenta”.




Después de casi una hora de discusión entre estudiantes y el personal administrativo de la dirección general del CCH, quienes intentaron minimizar las demandas de los estudiantes y buscar una salida que básicamente implicaba que los estudiantes se retiraran; finalmente, el personal aseguró que Benjamín Barajas se presentaría ese mismo día a dialogar con la comunidad estudiantil.


Al dar las 3 y media de la tarde, después de varias horas de esperar la supuesta reunión, se les informó a los estudiantes que Benjamín Barajas no se presentaría y que su “oferta” era una mesa de diálogo en los días subsecuentes en el plantel del CCH Naucalpan.


El enojo y cansancio de los estudiantes frente a repetidos actos de negligencia y menosprecio por parte de las autoridades, provocó que rechazaran la propuesta.


Para los estudiantes, el ataque porril del 8 de mayo responde a una problemática profunda e incrustada en todo el apartado estudiantil, por lo cual, exigen que las autoridades dialoguen y escuchen las necesidades no solo con la comunidad de Naucalpan sino del resto de la UNAM incluyendo a padres y madres de familia, maestros, y otros actores.


Por esta razón, los estudiantes tomaron la Dirección General del CCH en donde se mantienen hasta el día de hoy exigiendo reunirse con Benjamín Barajas en la Dirección General y no en el plantel de Naucalpan. Esta exigencia ha sido rechazada por el director general.



¿Qué significa el rechazo de Benjamín Barajas a reunirse con sus estudiantes?


Una y otra vez, la UNAM y las diversas autoridades aplican la misma estrategia: ignoran a los estudiantes y sus demandas, minimizan los problemas que existen en todos los plateles universitarios, emiten comunicados con mensajes absurdos, vacíos, y en muchos casos que estigmatizan a los grupos estudiantiles.


Cuando la comunidad estudiantil eleva la fuerza y dimensión de sus actos de protesta, como son las tomas de planteles, surgen las palabras “violencia” “grupos ajenos” “estudiantes embozados” “grupos violentos”.


Habría que preguntarse, ¿qué es más violento? Estudiantes que exige seguridad en sus planteles o la negligencia de las autoridades universitarias que tiene como consecuenciala perdida de vida de personas.


Benjamín Barajas podría solucionar la toma de la Dirección General de forma rápida y eficiente, haciendo simplemente lo que le corresponde hacer: hablar con su comunidad estudiantil y crear un plan a largo plazo para garantizar la erradicación de los grupos porriles en los planteles del CCH.


Lo mismo aplica para el nuevo rector de la UNAM, Leonardo Lomelí, quien frente a los actos de protesta después del ataque porril, calificó el incidente como un “acto para desestabilizar a la UNAM”.



Es inverosímil que la UNAM siga sin poder erradicar a los grupos porriles.


Recordamos que desde el ataque porril que sucedió en Rectoría en 2018, provocando también movilizaciones masivas, la universidad expresó su total rechazo a estos grupos.


Sin embargo, en 2024, la historia se repite, y las mismas promesas vacías son emitidas en comunicados que prometen tomar cartas en el asunto.


La realidad es otra: las autoridades de la UNAM se niegan a escuchar a sus alumnas y alumnos, se niegan a ser cuestionados y a rendir cuenta sobre su actuar.


Prefieren esconderse detrás de unas rejas o ausentarse por completo de su área de trabajo en vez de tener la voluntad para resolver esta problemática.


Es urgente que las autoridades hagan más que emitir comunicados que en dos o tres escuetos párrafos expresan los sentires del rector y promesas vacías.


Se necesitan acciones claras y contundentes para eliminar los grupos porriles que además son perfectamente identificados por el alumnado.


Se necesita que el rector y el director general de CCH dejen de ver al estudiantado organizado como una amenaza para sus intereses políticos y económicos.


Es su obligación dialogar con su alumnado, y rendir cuentas, así como hacerse responsable por posibles actos de negligencia y omisión que tienen como consecuencia la perdida de vida de jóvenes que simplemente buscan un mejor futuro a través de la educación.





 

 

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