Hace una semana, publicamos nuestra primera reflexión sobre lo que pudimos observar y sentir en el aniversario de los 30 años del levantamiento zapatista que se celebró en el Caracol Número 8 Dolores Hidalgo.
En ese primer escrito, hablamos sobre la importancia de considerar a los niños y las niñas como parte de la lucha y también, la relevancia de construir procesos que busquen construir un futuro digno para las futuras generaciones.
Una de las preguntas que surgió a raíz es de este primer análisis fue el cómo lograr este objetivo, es decir, cómo lograr plantear proyectos en común que no caigan en luchas de corto aliento.
Si algo creemos que tenemos que aprender sobre el movimiento zapatista, es que han logrado construir un movimiento autónomo por 30 años, esto, pese a enfrentar una guerra de contrainsurgencia, agresiones paramilitares, y la amenaza de la violencia que presentan los grupos del narcotráfico.
Durante el aniversario, el EZLN compartió a través de obras, poesías y canciones, que, en los últimos años, emprendieron un proceso de reflexión sobre su forma de organización autónoma.
En las obras de teatro presentadas se representó la historia del zapatismo y su forma de gobierno.
A partir de ese proceso de análisis, las comunidades zapatistas decidieron la desaparición de los MAREZ (Municipios Rebeldes Zapatistas) y las Juntas de Buen Gobierno para crear una nueva forma de organización autónoma, que es el Gobierno Autónomo Local, GAL.
“Esperamos que comprendan que es una estructura nueva de autonomía, que apenas estamos aprendiendo y que tardará un poco en caminar bien.”
Para muchxs de nosotrxs, el anuncio de la restructuración de la forma de autogobierno zapatista, y la propuesta sobre trabajar en común y sin propiedad privada la tierra fue una verdadera sorpresa.
Además de que lo planteado por el zapatismo en sumamente revolucionario al eliminar la tenencia sobre la tierra; pocas veces en la historia de gobiernos y movimientos, hemos visto que las estructuras existentes sean desaparecidas para dar paso a nuevas estructuras, y que, además, este cambio se geste de forma voluntaria y por medio de la reflexión de los/las integrantes.
Por esta razón nos parece importante detenernos y mirar a lo interno, ¿cómo y que tanto permitimos la reflexión y el cambio dentro de nuestros movimientos?
Segunda reflexión: el cambio es necesario en procesos de lucha.
El cambio siempre es un proceso complicado y para muchos/as/es también doloroso.
¿Cuántas veces evitamos tener platicamos sobre la falta de avance en nuestras colectividades? ¿Cuántas veces hemos logrado restructurar nuestro trabajo en común sin terminar en conflicto?
Lamentablemente, la necesidad de comenzar procesos de cambio deriva, muchas veces, de conflictos que estallan tras meses de arrastrar sentimientos de incomodidad y frustración que nunca se expresan o que no se atienden de forma colectiva.
Las propuestas a la reflexión, la autocrítica y el cambio, suelen ser procesos incómodos en muchos espacios y colectivos. La persona que invita a la crítica interna se ve como disruptiva; y es difícil hablar sobre la colectivización de la toma de decisiones o sobre la necesidad de incluir a mujeres, niñes y juventudes para que los colectivos crezcan y se adapten a nuevas realidades tanto internas como externas.
Las obras de teatro también representaron y explicaron la forma en que funciona la autonomía zapatista.
Pocas veces logramos también expresar la necesidad de cambio y reflexión de una forma cariñosa, cuidadosa y que busque construir en vez de destruir.
El señalamiento, la culpa, y la falta de cuidado en el lenguaje que utilizamos, terminan confrontándonos entre compañerxs y tristemente, muchas colectividades se deshacen y amistades se destruyen en los procesos de reflexión y cambio.
Durante el aniversario, las juventudes zapatistas lucían alegres y disfrutando de los distintos bailes y obras culturales.
Desconocemos por completo cómo fue el proceso para los/las compañeras zapatistas.
El transformar su forma de organización interna no debió de ser fácil, y así lo nombran ellos y ellas en diversos comunicados.
Desconocemos si este proceso se pudo realizar sin las rupturas de las cuales hablamos, o que no derivó en colectividades rotas.
Lo que sí sabemos es, que, al menos en las obras presentadas, se reconoce la importancia de valorar lo caminado para llegar al momento en el que se encuentran.
Los MAREZ no se ven como un error o un fracaso, al contrario, las niñas y niños describían esta parte de su historia como la escuela de la autonomía y el autogobierno.
Agarrados de la mano alrededor de una pirámide que representaba los MAREZ, las niñeces y juventudes agradecían a los MAREZ por lo enseñado, y con ello, agradecían también a todas/os/oas las personas que formaron parte de ese proceso y que ahora, dan paso a una nueva forma de organización.
En esta obra, los y las jóvenas bailan alrededor de una estructura que representa los MAREZ, festejando y agradeciendo lo que aprendieron.
Creo que esa es la mayor lección que nos da el EZLN, ver el cambio como una oportunidad de aprender y agradecer para poder seguir caminando en común.
El cambio es necesario; es posible que no podamos evitar que sea un proceso doloroso, incómodo y difícil.
Sin embargo, también vemos necesario el no dejar de intentar que la reflexión y la autocrítica se basen en el cariño y el respeto a las individualidades que conformamos un colectivo.
Recordar que el enemigo es el capital y el Estado, no nuestro/a compañera de al lado. Construir y no destruir. Convencer y no vencer. Proponer y no imponer. Nos necesitamos en colectivo para poder construir nuevas formas de vida.
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